NACIONES UNIDAS.
Líderes de todo el mundo aprobaron hoy formalmente los Objetivos de
Desarrollo Sostenible, 17 grandes metas que guiarán durante los próximos
15 años la lucha contra la pobreza y las desigualdades.
Los jefes de Estado y de Gobierno aprobaron el documento por aclamación al inicio de una cumbre de tres días que se celebra en la sede de las Naciones Unidas.
La nueva agenda de desarrollo sustituye a los Objetivos del Milenio, cuyo ciclo se cierra este año con gran éxito en áreas como la reducción de la extrema pobreza, pero lejos de cumplir otras metas e incapaces de frenar la desigualdad en el mundo.
Frente a los ocho Objetivos del Milenio aprobados en el año 2000, los de Desarrollo Sostenible incluyen 17, que a su vez incorporan 169 metas concretas, cuyo cumplimiento será medido con unos 300 indicadores que ha elaborado la ONU.
Los compromisos, negociados durante años, afectan tanto a los países ricos como a los pobres y tienen como eje central erradicar la pobreza extrema.
Concretamente, el plan fija la meta de acabar de aquí a 2030 con la pobreza más grave, en la que figuran todos aquellos que viven con menos de 1,25 dólares al día, y la de reducir a la mitad el número de personas que sufren la pobreza, medida en función de las definiciones que aplica cada país.
La nueva agenda profundizará también en otras áreas que han registrado grandes progresos en los últimos años, como la lucha contra el hambre, la educación y la sanidad.
Entre los objetivos figura lograr que en quince años todo el mundo tenga acceso a suficientes alimentos y se haya acabado con la malnutrición o que todos los niños completen estudios primarios y secundarios.
También hay metas ambiciosas para reducir la mortalidad materna e infantil, acabar con la epidemia del sida y facilitar a todo el mundo el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva.
Pero la nueva estrategia busca responder también a aquellas áreas en las que los Objetivos del Milenio han fracasado, empezando por el problema de la desigualdad.
El objetivo en esta ocasión es que el progreso no deje “a nadie atrás”, según subrayó hoy ante los líderes el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
El plan se adoptó hoy al comienzo de una cumbre de tres días en la que participarán unos 150 jefes de Estado y de Gobierno y que estuvo precedida por un discurso del papa Francisco.
Los jefes de Estado y de Gobierno aprobaron el documento por aclamación al inicio de una cumbre de tres días que se celebra en la sede de las Naciones Unidas.
La nueva agenda de desarrollo sustituye a los Objetivos del Milenio, cuyo ciclo se cierra este año con gran éxito en áreas como la reducción de la extrema pobreza, pero lejos de cumplir otras metas e incapaces de frenar la desigualdad en el mundo.
Frente a los ocho Objetivos del Milenio aprobados en el año 2000, los de Desarrollo Sostenible incluyen 17, que a su vez incorporan 169 metas concretas, cuyo cumplimiento será medido con unos 300 indicadores que ha elaborado la ONU.
Los compromisos, negociados durante años, afectan tanto a los países ricos como a los pobres y tienen como eje central erradicar la pobreza extrema.
Concretamente, el plan fija la meta de acabar de aquí a 2030 con la pobreza más grave, en la que figuran todos aquellos que viven con menos de 1,25 dólares al día, y la de reducir a la mitad el número de personas que sufren la pobreza, medida en función de las definiciones que aplica cada país.
La nueva agenda profundizará también en otras áreas que han registrado grandes progresos en los últimos años, como la lucha contra el hambre, la educación y la sanidad.
Entre los objetivos figura lograr que en quince años todo el mundo tenga acceso a suficientes alimentos y se haya acabado con la malnutrición o que todos los niños completen estudios primarios y secundarios.
También hay metas ambiciosas para reducir la mortalidad materna e infantil, acabar con la epidemia del sida y facilitar a todo el mundo el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva.
Pero la nueva estrategia busca responder también a aquellas áreas en las que los Objetivos del Milenio han fracasado, empezando por el problema de la desigualdad.
El objetivo en esta ocasión es que el progreso no deje “a nadie atrás”, según subrayó hoy ante los líderes el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
El plan se adoptó hoy al comienzo de una cumbre de tres días en la que participarán unos 150 jefes de Estado y de Gobierno y que estuvo precedida por un discurso del papa Francisco.
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