BEIRUT. El
conflicto en Siria, que está ya en su quinto año, ha superado los
250.000 muertos, de los que más de 70.000 son civiles, según el recuento
difundido hoy por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Desde que se registrara el primer fallecido el 18 de marzo de 2011 hasta ayer, 15 de octubre de 2015, la ONG ha documentado un total de 250.124 muertos.
Gran parte de esas víctimas mortales, 74.426, son civiles, entre los que hay 12.517 menores de edad y 8.062 mujeres.
Dentro del bando opositor al Gobierno de Damasco, hay al menos 80.762 combatientes fallecidos: 41.201 milicianos sirios de distintas brigadas rebeldes, 2.551 desertores del régimen y 37.010 extranjeros de grupos radicales como el Estado Islámico (EI) y el Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda.
Por su parte, las filas de los partidarios del régimen de Bachar al Assad sufrieron un total de 91.678 bajas, de las que 52.077 eran efectivos de las fuerzas regulares, 35.235 combatientes sirios de milicias progubernamentales, 971 del grupo chií libanés Hizbulá y 3.395 milicianos chiíes de otras nacionalidades.
A estos muertos se suman 3.258 personas cuya identidad no se ha podido esclarecer.
Aparte de los fallecidos, la violencia ha causado también en Siria más de dos millones de heridos y once millones de desplazados.
El Observatorio, con sede en el Reino Unido, depende de una red de activistas sobre el terreno que le proporciona información, que a su vez cruza con los datos de hospitales y los vídeos filmados por opositores.
Para documentar los muertos y heridos en las filas del régimen de Al Asad tiene contacto con facultativos de centros médicos militares, activistas alauíes -credo al que pertenece el presidente sirio, Bachar al Assad- y fuentes oficiales.
La última vez que la ONU ofreció una cifra de fallecidos en Siria fue el 12 de marzo, cuando su secretario general, Ban Ki-moon, señaló que hasta ese momento unas 220.000 personas habían perdido la vida en la guerra.
El Observatorio cuenta las víctimas desde el inicio de la contienda, que se desencadenó después del estallido de protestas antigubernamentales, similares a las desarrolladas en otros Estados de la región en el marco de la ola de levantamientos populares conocidos como la Primavera Árabe.
Las manifestaciones degeneraron en enfrentamientos, que en un principio derivaron en una guerra civil, que ha mutado con el paso del tiempo en un conflicto bélico con implicaciones regionales e internacionales.
Y es que países como EE.UU., Arabia Saudí, Catar y Turquía se alinearon y apoyan a la oposición siria; mientras que otros como Irán, Rusia y el grupo libanés Hizbulá respaldan al régimen de Al Asad.
Entre 2012 y 2013, el mapa de los enfrentamientos en Siria se complicó aún más con la aparición en escena del Frente al Nusra y el Estado Islámico, que proclamó en junio del año pasado un califato en territorio sirio e iraquí después de conquistar partes del norte y el centro de ambos países.
La amenaza yihadista hizo que EE.UU. creara una coalición internacional, integrada por varios países, que ha bombardeado posiciones del EI y el Frente al Nusra en Siria.
El último vuelco en el conflicto se ha producido recientemente, con el inicio de ataques aéreos por parte de Rusia, dentro de lo que las autoridades sirias denominan “lucha contra el terrorismo”, en la que es la primera intervención militar directa de Moscú en Siria.
Según la organización Iraq Body Count, unas 224.000 personas han muerto en Irak desde la invasión estadounidense en el año 2003, que derrocó al régimen del dictador Sadam Husein, hasta la actualidad.
De esos fallecidos, entre 144.384 y 166.085 son civiles, afirma ese grupo.
Por otro lado, en Afganistán, no hay una estimación total desde el comienzo del conflicto en 2001, ya que distintos grupos ofrecen datos anuales, aunque no siempre desde el inicio de la guerra.
La misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) empezó a documentar los muertos en el Estado asiático en 2007 y calcula que al menos 17.500 civiles han perecido desde ese año hasta 2013.
Los datos de la UNAMA apuntan, además, a que en 2014 se registró un récord de víctimas civiles, con 3.699 muertos y 6.849 heridos, lo que supuso un incremento con respecto a 2013 del 25 % y el 21 %, respectivamente.
Desde que se registrara el primer fallecido el 18 de marzo de 2011 hasta ayer, 15 de octubre de 2015, la ONG ha documentado un total de 250.124 muertos.
Gran parte de esas víctimas mortales, 74.426, son civiles, entre los que hay 12.517 menores de edad y 8.062 mujeres.
Dentro del bando opositor al Gobierno de Damasco, hay al menos 80.762 combatientes fallecidos: 41.201 milicianos sirios de distintas brigadas rebeldes, 2.551 desertores del régimen y 37.010 extranjeros de grupos radicales como el Estado Islámico (EI) y el Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda.
Por su parte, las filas de los partidarios del régimen de Bachar al Assad sufrieron un total de 91.678 bajas, de las que 52.077 eran efectivos de las fuerzas regulares, 35.235 combatientes sirios de milicias progubernamentales, 971 del grupo chií libanés Hizbulá y 3.395 milicianos chiíes de otras nacionalidades.
A estos muertos se suman 3.258 personas cuya identidad no se ha podido esclarecer.
Aparte de los fallecidos, la violencia ha causado también en Siria más de dos millones de heridos y once millones de desplazados.
El Observatorio, con sede en el Reino Unido, depende de una red de activistas sobre el terreno que le proporciona información, que a su vez cruza con los datos de hospitales y los vídeos filmados por opositores.
Para documentar los muertos y heridos en las filas del régimen de Al Asad tiene contacto con facultativos de centros médicos militares, activistas alauíes -credo al que pertenece el presidente sirio, Bachar al Assad- y fuentes oficiales.
La última vez que la ONU ofreció una cifra de fallecidos en Siria fue el 12 de marzo, cuando su secretario general, Ban Ki-moon, señaló que hasta ese momento unas 220.000 personas habían perdido la vida en la guerra.
El Observatorio cuenta las víctimas desde el inicio de la contienda, que se desencadenó después del estallido de protestas antigubernamentales, similares a las desarrolladas en otros Estados de la región en el marco de la ola de levantamientos populares conocidos como la Primavera Árabe.
Las manifestaciones degeneraron en enfrentamientos, que en un principio derivaron en una guerra civil, que ha mutado con el paso del tiempo en un conflicto bélico con implicaciones regionales e internacionales.
Y es que países como EE.UU., Arabia Saudí, Catar y Turquía se alinearon y apoyan a la oposición siria; mientras que otros como Irán, Rusia y el grupo libanés Hizbulá respaldan al régimen de Al Asad.
Entre 2012 y 2013, el mapa de los enfrentamientos en Siria se complicó aún más con la aparición en escena del Frente al Nusra y el Estado Islámico, que proclamó en junio del año pasado un califato en territorio sirio e iraquí después de conquistar partes del norte y el centro de ambos países.
La amenaza yihadista hizo que EE.UU. creara una coalición internacional, integrada por varios países, que ha bombardeado posiciones del EI y el Frente al Nusra en Siria.
El último vuelco en el conflicto se ha producido recientemente, con el inicio de ataques aéreos por parte de Rusia, dentro de lo que las autoridades sirias denominan “lucha contra el terrorismo”, en la que es la primera intervención militar directa de Moscú en Siria.
Según la organización Iraq Body Count, unas 224.000 personas han muerto en Irak desde la invasión estadounidense en el año 2003, que derrocó al régimen del dictador Sadam Husein, hasta la actualidad.
De esos fallecidos, entre 144.384 y 166.085 son civiles, afirma ese grupo.
Por otro lado, en Afganistán, no hay una estimación total desde el comienzo del conflicto en 2001, ya que distintos grupos ofrecen datos anuales, aunque no siempre desde el inicio de la guerra.
La misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) empezó a documentar los muertos en el Estado asiático en 2007 y calcula que al menos 17.500 civiles han perecido desde ese año hasta 2013.
Los datos de la UNAMA apuntan, además, a que en 2014 se registró un récord de víctimas civiles, con 3.699 muertos y 6.849 heridos, lo que supuso un incremento con respecto a 2013 del 25 % y el 21 %, respectivamente.
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