WASHINGTON- Una jueza ordenó hoy prisión para Paul Manafort, el exjefe de campaña del presidente de EE.UU., Donald Trump, tras ser acusado de obstruir a la Justicia por lo que tendrá que esperar en la cárcel a ser juzgado por diferentes delitos en el marco de la investigación de la trama rusa, según medios.
Manafort permanecía en régimen de arresto domiciliario desde que se entregó al FBI el pasado octubre, pero ahora tendrá que esperar en prisión hasta que se alcance la fecha del juicio en la corte federal de Washington, uno de los dos que tiene pendientes como parte de las pesquisas de la trama rusa.
De acuerdo a medios locales, el exjefe de campaña del magnate se declaró no culpable de los dos últimos cargos: conspiración de obstrucción a la Justicia y de obstrucción a la Justicia.
La semana pasada el fiscal especial de la causa, Robert Mueller, añadió a Manafort estos cargos, que se suman a los que ya atesoraba.
Mueller también atribuyó estos delitos a Konstantin Kilimnik, el hombre de confianza de Manafort en Ucrania y vinculado directamente con el Kremlin, que se vio afectado por primera vez en la instrucción del caso.
Ambos trataron supuestamente de persuadir “de manera corrupta” a dos testigos entre febrero y abril para influir en los testimonios oficiales en relación al caso ante el tribunal federal del Circuito del Distrito de Columbia.
Manafort encara en los próximos meses dos juicios ante dos cortes en las que se ha declarado no culpable: uno fijado para el 24 de julio en Virginia y otro que comenzará el 17 de septiembre en Washington, apenas dos meses antes de las elecciones legislativas de noviembre.
Mueller investiga desde mayo de 2017, de manera independiente al Gobierno, supuestos lazos entre miembros de la campaña de Trump y el Kremlin para interferir en las elecciones de 2016.
El exjefe de campaña, según Mueller, trabajó entre 2006 y 2017 para Gobiernos extranjeros, incluido el Ejecutivo prorruso del expresidente ucraniano Víktor Yanukóvich (2010-2014) y otros oligarcas rusos, a los que ayudó a mejorar su imagen en Washington sin comunicárselo al Gobierno de EE.UU., lo que constituye un crimen.
El proceso contra él es producto de la trama rusa, pero no está relacionada directamente con las actividades que desempeñó entre junio y agosto de 2016 como jefe de la campaña del ahora mandatario, de donde dimitió tras descubrirse que había ocultado el cobro de 12,7 millones de dólares por asesorar a Yanukóvich.
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