CHAPECO, Brasil (AP) .- En un sábado lluvioso que solo vino a acentuar el dolor, unas 20.000 personas con paraguas y ponchos de plástico colmaron un pequeño estadio de este pueblo brasileño para dar el último adiós a los miembros del club de fútbol Chapecoense que murieron en un accidente aéreo.
El accidente ocurrido el lunes en los Andes colombianos mató a la mayor parte de los jugadores y el personal del equipo mientras se dirigían a la final de uno de los torneos de clubes más importantes de América Latina. Un total de 71 de las 77 personas a bordo murieron, incluyendo 19 jugadores del equipo.
Los dolientes empapados por la lluvia llenaron el modesto estadio y en el exterior había cuatro o cinco veces esa cantidad —casi la mitad de la población de este poblado brasileño de 200.000 habitantes— para rendir homenaje a un modesto club que casi alcanzó el pináculo del fútbol latinoamericano.
Miles más se alinearon en los caminos mientras los ataúdes fueron trasladados en una procesión desde el aeropuerto hasta la ceremonia fúnebre en el estadio.
"He estado aquí desde temprano en la mañana", dijo Chaiane Lorenzetti, una joven de 19 años que dijo trabajar en un supermercado local frecuentado por jugadores y funcionarios del club. "Nunca volveré a ver a algunos de mis clientes. Es un día devastador que durará para siempre", agregó.
El avión se estrelló el lunes en una ladera lodosa en los Andes, cuando el equipo se dirigía a Medellín para disputar el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana, el segundo torneo de clubes más importante de Latinoamérica, contra el Atlético Nacional.
Soldados con boinas cargaron los ataúdes al estadio sobre sus hombros, caminando sobre los charcos y el lodo en una cancha llena de coronas fúnebres, lábaros de clubes, banderas nacionales y otras muestras de homenaje fúnebre.
Una carpa enorme, con los ataúdes colocados debajo, cubrió el ancho del campo de fútbol. Encima de la tienda blanca, una frase del himno del club fue escrita para que todos la leyeran: "En la felicidad y en las horas más difíciles siempre serás un ganador".
Los familiares y los amigos cercanos lloraban bajo las carpas. Muchos se reclinaron sobre los ataúdes con fotos de los difuntos, casi todo salpicado por la lluvia que no dejaba de caer.
El presidente brasileño Michel Temer —que no planeaba visitar el estadio por temor a los abucheos— apareció en el estadio después de haber estado en el aeropuerto para la llegada de los cadáveres. Fue tratado con respeto y estuvo acompañado por Gianni Infantino, el jefe de la FIFA.
"Este es un momento de dolor y el sufrimiento, no para hablar", dijo Infantino. "Ninguna palabra puede disminuir el sufrimiento", agregó.
El aplauso más fuerte en el estadio fue probablemente para el nuevo entrenador de la selección nacional de Brasil, Adenor Leonardo Bacchi, mejor conocido como Tite. Dirigió al seleccionado de Brasil a seis victorias seguidas desde que asumió el puesto, por lo que se volvió rápidamente un héroe nacional.
El presidente en funciones del club, Ivan Tozzo, dijo a los aficionados que el equipo continuará. Recordó que "fue aquí en esta cancha donde este club dio una buena pelea".
"Este equipo nos enseñó que todo es posible", agregó, recordando que el equipo subió en menos de una década desde las profundidades del fútbol brasileño hasta la final del segundo torneo más importante del continente.
Los empleados en el cementerio Jardim do Eden (Jardín del Edén), donde recibirán sepultura algunas de las víctimas, dijeron el viernes que están acostumbrados a la muerte, pero no a este tipo de tragedias.
"Enterramos a dos personas al día. Llevo mucho tiempo haciendo este trabajo, pero esto diferente", señaló Dirceu Correa, enterrador del camposanto. "Es una tragedia para las familias, para el club y también para nosotros porque somos parte de la ciudad".
Los sepultureros prepararon tumbas para 13 personas asociadas con el club en dos cementerios de la ciudad. El resto, incluyendo los 19 jugadores, serán trasladados luego a otras ciudades del país para su entierro.
En una emotiva conferencia de prensa el viernes, la madre de una de las víctimas hizo una pausa en sus respuestas a un reportero para hacer una pregunta.
"¿Cómo está la prensa tras haber perdido a tantos compañeros?", preguntó Ilaides Padilha, madre del arquero Danilo, refiriéndose a los 20 periodistas que murieron en el accidente.
El reportero sorprendido, Guido Nunes de Sportv, comenzó a llorar y Padilha lo abrazó. "Estamos juntos en esto", dijo.
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