Las barricadas en llamas han desaparecido casi por completo, los manifestantes se han disipado y el tránsito vuelve a llenar las calles de la capital de Haití, pero cientos de miles de personas ahora padecen secuelas económicas muy graves tras más de dos meses de protestas.
Las manifestaciones que atrajeron a decenas de miles de personas para exigir la renuncia del presidente Jovenel Moïse también redujeron los salarios, cerraron negocios y causaron afectaciones en la transportación de productos básicos.
“Estamos cerca de un colapso total”, comentó el economista haitiano Camille Chalmers. “La situación es insostenible”.
La economía de Haití ya se encontraba en mal estado cuando una nueva ronda de protestas comenzó a mediados de septiembre, organizadas por líderes de la oposición y simpatizantes molestos por la corrupción, una creciente inflación y una disminución de suministros, incluido el combustible. Más de 40 personas fallecieron y decenas resultaron heridas durante los enfrentamientos entre manifestantes y la policía. Moïse insistió que no renunciaría y apeló al diálogo.
Un estudio reciente citado por el Programa Mundial de Alimentos de la ONU concluyó que uno de cada tres haitianos, o 3,7 millones de personas, necesitan asistencia alimentaria urgente y un millón padece hambre severa. La agencia añadió que trata de llevar la asistencia alimentaria a 700.000 personas, responsabilizó al aumento en los precios y al debilitamiento de la moneda, así como a una caída en la producción agrícola debido en parte a las interrupciones ocasionadas por las protestas.
En los últimos dos años, la moneda de Haití, el gourde, cayó un 60% frente al dólar estadounidense y la inflación alcanzó recientemente el 20%, dijo Chalmers. El aumento en los precios de la comida es particularmente crucial en el país con casi 11 millones de habitantes. Alrededor del 60% de la población gana menos de dos dólares diarios y 25% percibe menos de un dólar al día.
El costo de una bolsa de arroz de 50 kilogramos (110 libras) ha subido más del doble en la moneda local, comentó Marcelin Saingiles, propietario de una tienda que vende de todo, desde bebidas frías hasta galletas y herramientas de segunda mano en Puerto Príncipe.
El hombre de 39 años y padre de tres hijos dijo que ahora tiene problemas para comprar leche y verduras. “Alimento a los niños, pero no están comiendo como deberían”, dijo, Añadió que ya agotó los fondos que tenía destinados para la educación de sus hijos a fin de poder comprar comida.
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